
—¡Eres tan lento a veces hermano! —Una voz de una niña se hizo escuchar en medio del nevado paisaje. Parece ser que estaba teniendo una pequeña competencia.
—Me hacías trampa, no era justo -indicó un niño esta vez—. Mamá, papá, ¡Por favor digánle algo a Darya!
—Ya ya, Mikhail —La gruesa pero amable voz de un hombre adulto se hizo escuchar esta vez-. Estás muy grandecito como para saber cuando se es un mal perdedor.
—Haz caso a tu padre, Misha —esta vez fue la mujer al lado del antes mencionado padre quien tomó la palabra-. Aunque, de ser por mi, estoy seguro que mi pequeño hubiera ganado.
—Y como siempre mamá dándole preferencias a mi hermano mayor —suspiró, haciendo rodar sus ojos en exasperación- por eso prefiero más que papá sea el juez en nuestras competencias.
—Tu padre siempre te da ventaja, Nadya. ¿O no es así, Yakov?
El padre se limitó a silbar por unos momentos antes de responder. —¿Ah? ¿Me hablabas a mi querida Yulia?
—Y como siempre, papá haciéndose el tonto -esta vez Mikhail río por el acto de demencia fingida por parte de su padre. El resto de la familia no tardó en reír también producto de aquella broma que hizo el antes mencionado.
Toda esta escena correspondía a la de cualquier familia. Un padre y una madre junto a sus dos hijos disfrutando de un tiempo de calidad juntos una nevada tarde de invierno. Es una escena cuanto menos conmovedora. Quizás, esta sea la última escena que se vea de una situación como esta. Quizás no. Todo lo que se sabe, es que esta familia no está sola ahora mismo.



